En los últimos 10-15 años hemos comprendido, quizás, cuán importante es realmente proteger la piel de los rayos solares. Hemos aprendido que la protección debe aplicarse en todas las estaciones y no solo en la playa o en la montaña. Es cierto que durante las vacaciones pasamos más tiempo bajo el sol, ya sea paseando o relajándonos en la playa, pero el tiempo que pasamos en la ciudad realizando otras actividades es considerablemente mayor y no debe subestimarse.
Recuerdo cuando una experta en belleza californiana me preguntó si aplicaba protección todos los días y respondí que la aplicaba cada vez que salía.
De repente me hizo una pregunta que me dejó sin palabras, me preguntó:
¿Entonces no tienes ventanas en casa?!
Efectivamente comencé a reflexionar sobre el hecho de que mi casa, "afortunadamente", fuera poco luminosa. Esto me ayudó a comprender que, incluso en los días que pueden parecer grises, la luz del sol siempre está detrás de la primera nube y debemos tomar medidas preventivas.
Para protegernos en la ciudad, podemos optar por el Serum SPF30 de la línea Photocityshield, que combina la acción anti-edad, hidratante y antioxidante con la protección solar. Es perfecto para los pequeños desplazamientos durante las actividades diarias, incluso en los primeros meses de verano, para un breve paseo o una carrera en el parque en primavera.
Cuando vamos de vacaciones, es mejor confiar en productos solares, tanto para el rostro como para el cuerpo, formulados para proteger la piel durante una larga exposición al sol fuerte y directo. La Crema Facial con Protector Solar y la Loción Corporal con SPF 30 y SPF 50 deben convertirse en nuestros amigos fieles, siempre con nosotros para permitirnos broncearnos de manera segura y protegida.
Las lociones corporales Sun tienen un dispensador en spray que permite una aplicación práctica y rápida de la crema, la cual además de proteger, hidrata nuestra piel.
Habría mucho que decir, pero no queremos entrar en detalles técnicos porque preferimos que pongan en práctica lo que leen aquí. Y luego... vamos, ¡basta ya con esta idea de que si nos protegemos no nos bronceamos! Simplemente no nos quemamos, no corremos el riesgo de pelarnos y de tener un color desigual e antinatural que dure poco. Además, no se corren una serie de consecuencias desagradables, y a veces graves, relacionadas con una exposición incorrecta y/o sin protección (cánceres de piel).
Un bronceado correcto dura mucho tiempo y le da a la piel un aspecto saludable y agradable, un tono dorado y sin riesgos. ¡Digamos sí a los aspectos positivos del bronceado y protejámonos de los negativos!
Y tú... ¿qué protección usas?”